En diciembre de 2001 Argentina atravesaba uno de los momentos mas oscuros de su historia reciente al producirse la caída del gobierno de Fernando de la Rúa.
La creciente riqueza en manos de unos pocos, acompañada de la obediencia ciega al FMI, el aumento del desempleo y la multiplicación de las pobreza, sumieron a Argentina en una situación desesperante.
Los sectores sociales mas empobrecidos, salieron a las calles a expresar su apremiante necesidad y el desconcierto se transformó en caos social.
Las fuerzas de seguridad recibieron la orden de reprimir, lo cual se tornó una cacería indiscriminada.
La ciudad de Rosario reflejaba al igual que tantas otras, las consecuencias de la continuidad del modelo neoliberal menemista y la gente comenzaba a movilizarse también para protestar.
Claudio “Pocho” Lepratti trabajaba como auxiliar en la cocina de la Escuela Nro. 756 del barrio Las Flores en la ciudad de Rosario. A medida que la movilización avanzaba, Pocho preocupado por la seguridad toda de la gente, subía con sus compañeros al techo de la escuela para ver lo que iba sucediendo.
Fue enviado al lugar el móvil 2270 del Comando Radioelectrico, cuyos uniformados ya habían comenzado a disparar al aire para reprimir la movilización. Pocho Lepratti les exigió que se detuvieran pues podrían herir a alguno de los niños de la escuela o a los manifestantes.
El patrullero se detuvo frente a Pocho, y el Agente Esteban Velásques descendió de la parte trasera acompañado por el Agente Pérez, y sin misericordia, asesinó con un único disparo de su escopeta calibre 1270 a Claudio Pocho Lepratti.
Pocho había decidido dedicar su vida al servicio de los mas humildes. Como seminarista salesiano visito distintos barrios donde trabajaba con jóvenes y niños.
Su necesidad de trabajar por la gente no supo ajustarse a los tiempos impuestos por la iglesia. Por ello habiendo tomado los votos de castidad y pobreza, no tomo los votos de obediencia y renunció así a su carrera religiosa.
Se mudó entonces a una villa ubicada en el Barrio Ludueña Norte y con su bicicleta recorría las calles al servicio de las familias que lo requerían; siempre incansable y sin horarios para ayudar a los demás. El sueldo que obtenía por su trabajo en el comedor estaba a disposición de quien lo necesitase en la villa. Así comenzaron a llamarlo “El Angel de la Bicicleta”.
El 19 de diciembre de 2001, la Ciudad de Rosario se quedó sin su Ángel de la Bicicleta. En las calles, pintadas populares con una bicicleta alada, así lo recuerdan.